El fuego en un rincón, abrazando la habitación con su calor, desprende sus llamas haciendo como si saludase a los inquilinos del lugar.
En la cocina, pacíficamente, la comida se va preparando antes de poder servida. Con mucho cariño, se van añadiendo uno a uno cada ingrediente para asi conseguir que los paladares se deslumbres en un baile de sabores.
La luz, tenue, no molesta el gentil cielo que se ve por la ventana, estrellado como pocos se han visto.
El cerco de agua se va reproduciendo cada vez que alguien toma un trago, hasta que al final de la jornada nadie se acordó de sacarlos, ni de evitarlos... Pues al final, como en la vida misma, todos acabamos llenos de pequeños cercos que nos manchan el alma de por vida.
-"...Diferentes, pero a veces tan iguales".
Hay días y días.
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