El señor de las tierras por sus cortijos paseaba, atendiendo sus finanzas y acribillando a los mas pobres.
El enterrador, como no, por sus camposantos reposaba los pies mientras esperaba la siguiente función.
Y así, cada cual vuelve a sus menesteres al comenzar el alba... pero todos tienen algo en común.
De una mujer nacieron, por una mujer sufrieron, en el prostíbulo se encontrarán y al final... todos pasaran a ser polvo.
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