En momentos en los que nos atizan con un palo, desde una posición que podría parecer mas elevada y ventajosa, te jodes y punto.
Puedes recordar y buscar venganza, o sencillamente puedes decidir sacudir el brazo frente a la cara de ese hijo de puta, gritándole: "Que te jodan, bastardo". El problema viene cuando no hay a quien gritarle, o sencillamente es un puto acto químico tocahuevos venido a mas por la tan odiosa primavera.
En ese caso, te jodes y punto.
-"Ir al mcdonals y pedir es una ensalada es como ir a un puticlub a pedir un abrazo".
El abad estaba cerrando las puertas del edificio. Se habían acabado las horas de culto, y empezaba a sentir el estomago vacío. Tras asegurarse de que todas las puertas estaban cerradas con llave, corrió presto a la cocina, para buscar algo que llevarse a la boca.
Nada mas bajar encendió el candelabro para ver bien que había en la alhacena, ya que seguramente algún feligrés le habría traído algo de buena comida para ganarse el perdón del señor, pero para su sorpresa había una nota escrita en la mesa de la cocina que no hizo mas que llamar su atención.
La nota, cuidadosamente escrita en un papel blanco como el satin parecía haber sido escrita por un gran caligrafo, era preciosa y no pudo evitar empezar a leerla:
-"Estimado maestre. Ha pasado un largo tiempo desde la ultima vez que supo de mi, y supongo que sus razones ha tenido ya que me creía francamente muerto. Han sido largas las semanas, al principio puedo jurar le que ni yo pensaba que sobreviviría a semejante tortura. Sin comer, sin dormir, sin poder hacer nada mas que sufrir mientras los ojos de mis verdugos continuaban sus labores, no les culpo pues era su labor el hacer aquello... Aunque debo de admitir que fue todo un placer sentirles gritar clemencia mientras les recordaba, de buena gana, todo aquello que con tanta gracia hicieron en aquellos días, aunque realmente lo que mas me me lleno de satisfacción fue que mis presunciones sobre usted eran correctas al oír su nombre entre sollozos y gritos cuando les preguntaba sobre quien fue el gentil y generoso señor que acuñaba sus actos. Una vez mas, maestre, queda demostrado que la constancia marca al hombre, y a vos, mi muy señor y tutor mio, tengo el honor de marcarle yo. Ahora, si es tan amable, le estoy esperando detrás de usted para darle mi ultimo adiós".
Tras estas ultimas palabras, que salían como un hilo y titubeantes de su boca, el abad se dio media vuelta para recibir un abrazo contra la hoja de un cuerpo humanoide con una capa negra, para recibir el ultimo adiós de su antiguo aprendiz.
-"Entre bribones el honor es mas profundo y recio..."- Se despedía el aprendiz disfrutando de una jugosa manzana.
