martes, 17 de junio de 2014

Entrega

Cual princesa de cuento, corriendo por largos pasillos, entro en la habitación con premura.
Las ventanas estaban abiertas de par en par, dejando el viento tímidamente pasar moviendo las suaves sabanas de la cama aun desecha.
"No me lo creo, por fin ha llegado", se repetía sin parar con la voz de una niña llena de ilusión. No podía hacer más tiempo, el suspense le mataba y aquello olía a recuerdos y felicidad.
"¡No quiero esperar más!" pensaba, casi en voz alta, mientras las manos serpenteaban en una maraña de prisas.
Y ya, con las cartas sobre la mesa, la ilusión se hizo patente en sus ojos.
Era lo que esperaba, de quien esperaba... y como esperaba.

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