Las arrugas de tu sonrisa te mantienen en pie, como pilares de insondable tamaño. Fuiste contando los momentos para recogerlos en tu corazón de trapo, cogiendo las flores que encontrabas por el camino sin pensar que acabarían en mi lecho.
Ahora te yergues, estoicamente ante mi, con un trabajo finalizado y bien hecho. Gloriosa en tu triunfo, con unos ojos que aspiran a alcanzar mas, a colmar un alma inquieta que siempre ha estado, del que nacerán ilusiones y contornos borrosos que irán expandiendo horizontes y miradas.
Felicidades, otra piedra en el camino... Pero no de las que hacen tropezar, sino de las que empiedran un sendero que aun singue sin ser escrutado, pero te prometo, pequeña, que merece la pena verlo en cada amanecer.
-"No puedes llamarlo infierno si te gusta como te quema".
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