jueves, 6 de febrero de 2014

Avaricia

El dinero a raudales entraba. Corrientes de verdes billetes asfaltaban el suelo, asemejándose al césped. Toda pomposidad era poco en su palacete personal. Las bellas fuentes que refrescaban el aire eran simples obras de precioso arte. Mármol, piedras valiosas y todo tipo de lujos se asomaban por cada rincón del lugar.
En su mecedora aguantando el paso de los años, vigilaba todo el imperio que había levantado. Su esfuerzo le había hecho llegar tan lejos como pocos, pues su ambición era tan alta como el cielo. 
Pero por todos es bien sabido que con buenos modos no se llega lejos.
Tan alta como su morada era las mentiras que la sostenían eran, y cual pilares se introducían en la tierra creando las raíces de la miseria personal que acompañaba tanta riqueza. 
Los grandes lugares no están levantados sino sobre sacrificios, pero no siempre deben ser personales.

-"Las mentiras, cual telarañas, se enredan desastrosamente en tus patas y te impiden caminar libremente. Las cargas que no pesan siempre son las peores".

No importaba cuanto había acumulado, siempre calculará lo que ha perdido como la diferencia entre lo que ha conseguido y lo que podría haber tenido.
No importa cuando tenga, ni como lo tenga, solo importa que quiere más.

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