sábado, 30 de junio de 2018

Tu espina, mi insignia.

El destino es una insignia que el alma arrastra, sulfatadas por nuestro propio ADN que riega con nuestra sangre y abona con el nitrógeno que nos transgrede.
El destino es una bolsa vacía con cientos de boquetes, por los que buscan entrar problemas a raudales, inviernos helados y que otrora fue fino jubón que cubría el pecho repleto de zurcidas heridas.
Heridas que te llevan a aprender de los errores que antaño menoscababas. Errores que se pasean como invisibles tutores, que enseñan las bases de nuestra vida, que escuecen en susodichas heridas.


-"Castigo y confesión".


Gracias por el paseo, pero nadie puede nadar en el mismo rió dos veces.
Perdón por los errores, las heridas, el destino y las flores. Lo siento. Espero que perdones todo aquello que te di sin esperar nada a cambio, porque lo esperaba todo.
Perdón por las mentiras, las sonrisas, los despertares y mi vida. Espero que recuerdes, y que me olvides algún día, y que al voltear la cara atrás no sientas mas necesidad que esbozar una mueca de libertad.


Es triste, pero me siento apagado mas que fuera de cobertura en este momento. No hay posible brisa de aire fresco que resalte mis sentimientos, al menos hoy no...
Hoy no hay anhelo vehemente ni deseo, no hay estrepitoso, caótico ni flamable prurito escociendo bajo mi piel.
Un roce puede quemarme, porque por primera vez hay mas fuego en el infierno que debajo de mi piel.
Mis huesos son un invierno en Groenlandia a la espera de que haya un sarpullido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario